jueves, 9 de julio de 2015

Un ‘drinking game’ de la Antigua Grecia: ¿te animas a jugar?



Cuando pensamos en la Antigua Grecia, en nuestra mente aparecen sabios hombres que dedicaron su vida a las artes y las ciencias. Homero con sus versos, Pitágoras con su hipotenusa, Sófocles con su tragedia o Pericles con su temprana concepción de la democracia.
Echamos la vista atrás y nos percatamos de que en el siglo XXI ya no tenemos ideas tan sumamente trascendentales para la humanidad. Al fin y al cabo, ahora trabajamos en una oficina gris deseando que llegue el fin de semana para dedicarlo a nuestras actividades lúdicas: salir a tomar unas cañas, ir al cine u organizar un asequible ‘botellón’ son algunos de los clásicos que se repiten cada fin de semana.
Pero no creamos que en la Antigua Grecia los grandes pensadores dedicaban su vida a la reflexión pura y dura. A los griegos lo de empinar el codo ya les gustaba, y tenían hasta su propio ‘drinking game’, así que ya te puedes sentir mejor si el pasado sábado se te fue de las manos la cena con tus amigos: hace más de un milenio se hacía algo similar.
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El juego de los griegos para animar la fiesta – o, para ser más exactos, su simposio o banquete (“reunión de bebedores” o “bebida en común”) – era el  ‘cótabo‘ (‘kottabos’ en griego), practicado aproximadamente entre el 600 y el 300 a.C. En todo simposio se celebraban las típicas libaciones en honor a los dioses, y especialmente a Dioniso, el dios de la vendimia y el vino al que, de una forma u otra, seguimos venerando actualmente.
Durante esos simposios, los griegos se desmelenaban, y mucho. Los hombres, jóvenes o ancianos, se reunían en su ‘andrón‘ y se entretenían con bailarinas, cortesanas y flautistas mientras bebían vino y jugaban al ‘cótabo’, que consiste básicamente en lanzar el vino al centro de la sala.   


Un grupo de investigadores de la Universidad West Chester de Pennsilvania se ha interesado por este juego, y en lugar de explicárselo a sus alumnos a través de antiguas y monótonas ilustraciones, han decidido llevarlo a la práctica, que siempre es más ameno. “Pensé que podría ser genial si pudiéramos hacerlo nosotros mismos“, ha explicado Heather Sharpe, profesora de historia del arte en este centro.
Sharpe presentó su experimento en la reunión anual del Instituto Arqueológico de América hace unos días, junto con unos cuantos estudiantes armados con kílix‘, unas peculiares copas de vino provistas de dos asas y de poca profundidad que imprimieron en 3D. Los griegos eran muy originales, y en el fondo de sus copas solían dibujar además escenas subidas de tono o retratos de las propias juergas que se corrían.
Hay dos variantes para jugar al ‘cótabo': en una, el objetivo es derribar, con el líquido sobrante de la copa, un disco equilibrado sobre una varilla de metal situado en el centro de la habitación. En la otra variante, los participantes deben hundir pequeños platos que flotan en un cántaro de agua, moviendo la copa cual ‘frisbee’ para lanzar el vino.
Ni cortos ni perezosos, estos estudiantes se dispusieron en una sala decorada para la ocasión, se sentaron en unos bancos acolchados, y comenzaron a lanzar la bebida (aunqueutilizaron zumo de uva con el fin de evitar las melopeas. Para lograr mejores resultados, llegaron a atarse las copas en el dedo. Heather Sharpe se enorgulleció de sus alumnos: al cuarto de hora muchos controlaban ya la técnica.
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Una de las conclusiones a las que llegó Sharpe es que el ‘cótabo’ es un juego muy sucio. “Al final de nuestro experimento, habíamos tirado todo el zumo de uva por el suelo“, cuenta esta profesora. Todos los estudiantes acabaron manchados con el néctar de la uva. A los griegos les pasaba lo mismo que a más de uno después de una noche de juerga en la actualidad: tanto engalanarse para nada.
Ya sabes, el ‘hazlo tú mismo’ puede llegar incluso a las clases de Cultura Clásica, para que recordemos mejor los conocimientos. Y no solo eso: cuando vayas a organizar la próxima fiesta en tu casa, puedes impresionar a tus comensales con este ‘drinking game retro’. Eso sí, limpiar tu hogar al día siguiente puede que no sea una tarea tan amena.

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