Ser alguien agradable no es una cuestión genética, puedes empezar a entrenarte ahora mismo para ser una de esas personas que derrochan simpatía. Las ventajas son muchas, tanto para ti como para tu entorno.
Concéntrate en el vaso medio lleno
Si apenas conoces a alguien, sea un jefe o el padre de tu novia, lo primero que piensas es que seguro va a querer boicotearte, posiblemente te vaya mal. Los seres humanos somos como espejos: si vos le demuestras al otro que desconfías, seguro que él va a dudar de ti.
Lo mejor es abrirte, esperando cosas buenas y teniendo expectativas positivas. Aunque la persona no te caiga diez puntos, haz hincapié en los detalles que más te gusten, el que busca siempre encuentra.
Cuanto más flexible, más resistente
Relacionarse con gente terca y cabeza dura suele ser difícil y problemático. Adquirir flexibilidad en la toma de decisiones es una excelente forma de adaptarte a las diversas situaciones en las que te pondrá la vida. Ceder no es sinónimo de debilidad, sino todo lo contrario: el que cede es porque sabe tener empatía y ponerse en el lugar del otro.
Ser flexible facilita la comunicación y es una gran ventaja a la hora de entenderte con tus pares, generar proyectos y trabajar en equipo.
Dulce que te quiero dulce
Hablar en voz baja, usar un tono amable y sonreir mirando a los ojos es un combo perfecto para proyectar calidez durante una conversación.
La manera suave de comunicarse y los buenos modales a la hora de pedir favores hacen que el otro se sienta valorado y querido.
Sin duda la dulzura es el antídoto perfecto contra la agresividad y el trato despersonalizado que tan de moda está hoy en día.
Cultiva la transparencia
Habla de ti con naturalidad: de tus problemas, tus deseos y tus sentimientos. Eso va a crear un puente y servirá para generar confianza y sensación de cercanía con el otro, aunque recién lo hayas conocido.
Si te comportas de manera misteriosa, evadiendo preguntas, contestando con acertijos y esperando que los demás adivinen qué hay en tu interior, es probable que provoques incomodidad.
Ser feliz en vez de tener razón
Las personas que siempre buscan justificar todo y convencer al mundo entero de que ellos tienen razón, suelen ser agotadoras. Conversar con alguien que quiere demostrar lo mucho que sabe y que se cree con derecho a imponer una verdad no es divertido, constructivo ni agradable.
Mejor aprender a argumentar de manera relajada, defendiendo tu postura pero también escuchando al otro y estando dispuesto a cambiar y a tomar en cuenta sus palabras.
Ayudar no significa ser esclavo
Hacer favores sin esperar nada a cambio contribuye a generar lazos fuertes y confiables. Ofrece tu ayuda dejando por un rato tus intereses a un lado y poniendo al otro en primer lugar. Tal como dice el refrán “hoy por tí, mañana por mí”.
Pregunta y escucha
A todos nos gusta que nos presten atención, que nos pregunten qué nos gusta, qué necesitamos y cómo están nuestros hijos o las personas que amamos.
Lo fundamental es evitar responder un mensaje de texto mientras te hablan o te hacen alguna petición. En vez de eso, tómate unos minutos y presta atención plena a las palabras y los intereses del otro.
Fuente: rumbosdigital
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