Dashrath Manjhi trabajó durante 22 años usando martillo, cincel y palancas para construir un camino a través de una montaña
Escrito por David Martinez
La trágica muerte de su esposa hizo que Manjhi se propusiera apartar esa montaña. Primero optó por la vía más lógica, la de pedir ayuda al gobierno. Y recibió la más común de las respuestas oficiales:no. Ni corto, ni mucho menos perezoso, Manjhi asumió la responsabilidad que evadían los organismos gubernamentales. “La gente le había pedido al gobierno muchas veces que construyera una carretera a través de la colina, pero nadie prestó atención. Así que decidí hacerlo por mi cuenta“, explicaba este héroe moderno en un reportaje que retrataba su hazaña. La muerte de su esposa le motivó, pero también la necesidad de su pueblo por obtener mejores comunicaciones para el comercio o la educación de los niños.
En un país tan alarmantemente pobre como la India, Manjhi sólo disponía de tres herramientas para mover la montaña: un cincel, un martillo y una pala. Eso sí, contaba también con un arma indestructible: la fe en sí mismo. Durante dos décadas, de 1960 a 1982, Manjhi trabajó sin descanso para convertir un peligroso paso entre montañas en el que sólo cabía una persona, en un camino de más de 9 metros de ancho por el que, aún a día de hoy, pueden circular varias personas, motos y bicicletas. En esos veinte años eliminó una montaña creando un paso de 110 metros de longitud y más de 7 metros de alto. De esta forma, redujo la distancia entre su localidad y la ciudad de Gaya de los 75 trágicos kilómetros que impidieron la curación de su esposa a sólo 8 kilómetros. La distancia a la escuela también se vio sensiblemente reducida: de 8 kilómetros a los 3 que hay actualmente en un paso que aprovechan la mayoría de pueblos de la zona.
“El amor por mi esposa fue la chispa inicial del proyecto de construir un camino. Pero lo que me mantuvo al frente sin miedos ni preocupaciones fue el deseo de ver a centenares de personas cruzando las colinas cuando quisieran”, explicó Manjhi en una entrevista para el diario indio Tehelka. En ese mismo artículo, Mountain Man confiesa que al princpio recibió burlas de la comunidad por su sueño de mover la montaña, pero que con el paso del tiempo y el avance de su trabajo recibió ayuda desinteresada. “Muchos se rieron de mi, unos pocos me apoyaron y me compraron nuevas herramientas”, recordaba en el año 2007, poco antes de que un cáncer acabara con su vida y que el gobierno indio, esta vez sí, lo despidiera con un funeral con honores de estado. Él ya no estaba allí para verlo, ni tampoco la montaña que movió con sus manos.
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