La aparición de enfermedades infeccionas en lugares y huéspedes nuevos, como en el caso del Ébola y el virus del Nilo Occidental, es un resultado predecible del cambio climático, de acuerdo con una pareja de zoólogos.
Daniel Brooks, del Laboratorio de Parasitología de la Universidad de Nebraska-Lincoln en Estados Unidos, y su colega Eric Hoberg, aseguran que conforme los ecosistemas se ven afectados por los efectos del cambio climático, los cultivos, la vida silvestre, el ganado y los seres humanos entran en contacto con patógenos nuevos, a los cuales son susceptibles.
El par de investigadores ha observado personalmente cómo el cambio climático ha afectado a diferentes ecosistemas, provocando la llegada de nuevas especies y la desaparición de otras. Brooks se ha concentrado en los parásitos presentes en los trópicos, mientras que Hoberg en la regiones el Ártico.
Por ejemplo, al extinguirse los monos capuchinos en algunas partes de Costa Rica debido a la caza excesiva, sus parásitos se mudaron a los monos aulladores, donde persisten hoy en día. Así mismo, algunos gusanos pulmonares han abandonado al caribú por los bueyes almizcleros del Ártico canadiense.
Los parásitos logran realizar este salto entre huéspedes mucho más rápido de lo anticipado, sobre todo bajo las circunstancias adecuadas, ya que conservan capacidades genéticas ancestrales que les permiten adaptarse a nuevos anfitriones. Las nuevas víctimas suelen ser más susceptibles a la infección y la enfermedad, pues aún no han desarrollado resistencia a los patógenos.
Su estudio ha sido publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society B.
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